Ha pasado ya un año desde que se aprobó el anteproyecto de ley de Economía sostenible pero los efectos de la llamada “Ley Sinde” siguen hoy estando muy presentes en la información de actualidad.
Precisamente este es el tema que se debatió ayer en clase cuando se estaban tratando los temas del control y la censura en internet, como los casos de Google en China.
Al margen de la polémica, intentar censurar o cerrar un dominio web no es tan sencillo como aparentemente parece. No debemos olvidar que internet es un medio global y al que puede acceder una gran cantidad de personas desde distintos puntos del mundo.
El hecho de cerrar una web no impide el acceso a otra. Con internet se crea un dilema de mayor calibre. Un país puede establecer una normas y leyes en torno al uso de Internet, como la que se quiere instaurar ahora para bloquear las páginas de descargas y proteger así la propiedad intelectual de artistas y creadores, pero, ¿qué pasa si la página considerada ilegal se ha creado en otro país como por ejemplo Rumanía?
Ahora estaríamos delante de un problema legal más. No sólo se debe tener en cuenta, a la hora de hablar, entender y mediar en los asuntos de control en internet las características propias de la zona donde está ocurriendo un acontecimiento sino que hay que ser conscientes de la escala mundial de Internet.
En el ejemplo que acabo de poner, nos encontraríamos con un problema de legislación entre países. Si Rumanía no tiene una ley contra este tipo de webs, España no puede cerrar la página porque no es de su competencia, y los usuarios españoles, al ser Internet un medio libre, abierto y plural podrían entrar en esta página de dominio rumano y descargar esos contenidos que en España no podrían. Incluso las empresas españolas que se dedican a estos negocios operarían desde esos países.
Todo este debate a derivado en el concepto de democracia digital. En muy pocos años, leyes que estaban bien estructuradas y que funcionaban han pasado a estar desfasadas y no servir, los vacíos legales se han convertido en una de las peores imágenes de internet, pero debemos recordar que internet no es la causa de estos conflictos sino que éstos trascienden a temas de moral y legalidad. La convergencia digital se ha convertido en una de las máximas con las que operan los nuevos medios y hay que estar preparado para ello.
Por otro lado, también se comentó en clase esa creencia, casi nunca acertada, de que ver es comprender. El lector muchas veces toma la información de los medios directamente y la asimila como cierta y veraz. Hay que tener en cuenta que esta información ha sido tratada por los medios antes de que nos sea ofrecida. La idea de que todo es nuevo no es real. Los medios digitales son formatos que han aparecido recientemente, pero no son más que nuevos contenedores de la información que ya existía antes de su aparición. La forma se renueva pero el contenido es el mismo. Las estructuras digitales están ayudando a mejorar la calidad de esta información, y no debemos olvidar que no es bueno anclarse en el pasado. Quizás no hay que preguntarse cómo frenar el transcurso de algunas tecnologías sino cómo adaptarse a ellas, cómo evitar que la gente se descargue contenidos ilegales sino cómo hacer que esos contenidos sean legales y que el modelo de negocio no se hunda.
Sin duda, el control en internet es necesario, pero hasta cierto punto. La cultura tiene sentido al ser compartida y como siempre es muy difícil regular un tema tan polémico. Sin embargo la libertad del usuario debe ser lo más importante, al igual que la libertad de las personas en el mundo real.
Como punto de inflexión finalizamos con la pregunta que se hizo al final de la clase:
¿Podríamos considerar Internet como un nuevo medio de comunicación?
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